miércoles, 22 de mayo de 2013

Pasar de sobrevivir con 36.000 dólares al año a sobrevivir con casi nada

o ¿Por qué se arruinó Scott Fiztgerald?






CÓMO SOBREVIVIR
CON 36.000 DÓLARES AL AÑO
 

-Tiene que empezar a ahorrar -me previno hace unos días el Joven con Futuro-. A usted le parecerá estupendo vivir al día, pero como siga así acabará en el hospicio.

Me aburría pero, como sabía que de todas formas me lo iba a decir, le pregunté qué debía hacer.


   -Es muy sencillo -contestó impaciente-, solo tiene que abrirse un fondo fiduciario del que no pueda sacar dinero cuando le venga en gana.

   No era la primera vez que me lo decían. Es el sistema número 999. Ya probé el sistema número 1 en los primerísimos compases de mi carrera literaria, hace cuatro años. Un mes antes de casarme fui a ver a un corredor para que me aconsejara dónde invertir un dinero.

   -Son solo mil -admití-, pero tengo la sensación de que debo empezar a ahorrar a más no tardar.

   Caviló.

   -Los bonos Liberty no son para usted. Es demasiado fácil canjearlos por dinero contante. Lo que usted necesita es una buena inversión, conservadora, como tiene que ser, y, además, en algo de lo que no pueda estar retirándola cada dos por tres.

   Al final escogió para mí un bono a un interés del siete por ciento que no cotizaba en bolsa, le confié mis mil dólares, y así fue como ese mismo día comenzó mi cruzada para amasar capital.

   También ese mismo día terminó.



Párrafos iniciales del texto "CÓMO SOBREVIVIR CON 36.000 DÓLARES AL AÑO "

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La editorial Zut publica un libro suyo de ensayos inéditos y Gallo Nero ofrece dos textos en los que abordó sus problemas de dinero. El escritor, que vuelve al cine también en una  nueva versión de «El gran Gatsby», está más de moda que nunca

 
4 Febrero 12 - Toni Montesinos - Barcelona 
 
Puede resultar extraño que, en los años veinte, un joven tuviera dificultad para llegar a fin de mes ganando más de treinta mil dólares al año; que disfrutara de una vida ampulosa y «chic» pero que no le cuadraran los números. Ese hombre se llamó Francis Scott Fitzgerald y tuvo la feliz ocurrencia de poner por escrito ese dilema monetario en un texto sensacional en 1924, «Cómo sobrevivir con 36.000 dólares al año», y al que le seguiría una secuela, «Cómo sobrevivir con casi nada al año», de no tanta calidad pero igualmente sorprendente. Ambos textos los ha recogido en un precioso minilibro la editorial Gallo Nero, que ha añadido un artículo de William J. Quirk, «La declaración de la renta de F. Scott Fitzgerald», encargado en su momento por un amigo y biógrafo del escritor, Matthew J. Bruccoli, que había conservado los papeles de la vida laboral del narrador, de 1919 a 1940.


Un cheque de cine

«Mi mujer y yo nos casamos en Nueva York en la primavera de 1920, durante la época en que los precios alcanzaron las cotas más altas que jamás haya conocido la humanidad», dice el autor de «El gran Gatsby»: «Acababa de recibir un cheque importante del cine y me sentía un tanto condescendiente con los millonarios que recorrían la Quinta Avenida en sus limusinas: y es que a mis ingresos les había dado por duplicarse todos los meses». Fitzgerald cuenta cómo pasó de no recibir casi un centavo por sus escritos a ser rico, a gozar de una existencia lujosa, pues, lejos de plantearse ahorrar, un desenfadado optimismo les llevó a él y a su mujer Zelda a hospedarse en el hotel más caro de Manhattan. Allí empiezan los problemas para estos «nuevos ricos», como se llaman a sí mismos, meticulosamente expuestos por el escritor con ironía, dado que a los tres meses no les queda un dólar. La pareja asistirá, incrédula, a cómo la falta de previsión, por un lado, y el deseo de seguir yendo al teatro, comer en restaurantes y viajar, por el otro, son difícilmente compatibles. Por ello, verán atónitos que los 36.000 dólares «no habían dado para nada» y acabarán por mudarse a Francia tras recibir la noticia de que allí la vida es más asequible (asunto que se explica en el segundo de los textos).


La impotencia del nuevo rico

Su traductora, Julia Osuna, dice que «pocos son los autores que han logrado plasmar tan bien la impotencia cómica del nuevo rico en nuestra sociedad cambiante»; algo en lo que estará de acuerdo su colega Yolanda Morató, que se ha encargado de traducir y prologar para la editorial Zut «Mi ciudad perdida. Ensayos autobiográficos», una colección de diecisiete artículos que Fitzgerald deseó ver agrupados sin éxito, pues su editor, Max Perkins, no lo consideró oportuno en aquellos años treinta en que recibió la propuesta.

Scott Fitzgerald y Zelda Sayre
El libro incluye los dos artículos sobre «Cómo sobrevivir…» y algunos otros en los que, al decir de Morató, siguen «las alusiones al dinero en todas sus dimensiones: desde salpicadas referencias a la fiebre del oro hasta reflexiones sobre la conveniencia de los bonos bancarios y los libros de contabilidad domésticos». El relieve crematístico de la vida queda expuesto por los tres primeros artículos, tan divertidos: «Quién es quién y por qué», donde Fitzgerald cuenta cómo vendió sus primeros relatos; «Princeton», en el que da cuenta de cómo los ricos dan la impresión de vulnerabilidad cuando dice: «En beneficio de los inspectores de recaudación de impuestos se me puede herir con mayor facilidad en la cuenta corriente».


Mención aparte merecen dos textos, «Una breve autobiografía», en realidad una catalogación de años en los que bebió champán, vino y diversos cócteles, y «Acompañen al señor y a la señora Fitzgerald a la número…», en el que reseña sus estancias en los hoteles en donde estuvieron alojados. Estos artículos (Morató adjunta la cantidad que percibió por cada uno: 50 dólares el más barato, 1.500 el más caro), junto con el que da título al libro,  «Mi ciudad perdida», sobre sus idas y venidas de Nueva York, y varios otros de gran valor humorístico y vivencial se completan con «Ecos de la era del jazz», donde el escritor expresa su nostalgia por una época que le había dado «más dinero del que jamás hubiera soñado».



Reedición con prólogo de Vargas Llosa

Durante estas semanas, los lectores de Francis Scott Fitzgerald van a estar de enhorabuena, porque coinciden varias traducciones de sus obras en las librerías españolas. Las editoriales han vuelto a apostar por él con nuevos y remozados prólogos –que seguramente contribuirán a atraer la atención de nuevos lectores–, mientras llega la nueva adaptación de «El gran Gatsby», de Baz Luhrmann, que supondrá el tirón imprescindible.El sello sevillano Paréntesis ha lanzado una traducción de «El gran Gatsby» (1925) de la mano de José Luis Piquero, a la que le siguieron unos pocos meses después, también gracias al mismo traductor y editorial, «Al otro lado del paraíso», la primera de sus novelas, publicada en el año 1920. Un poco más tarde, Anagrama ha ofrecido una versión revisada de la historia de Jay Gatsby a cargo de Justo Navarro, que ya con anterioridad, en 1989, había traducido al español todos los cuentos del escritor de Minnesota. Asimismo,  la editorial Alfaguara acaba de reeditar también «El gran Gatsby» con un prólogo del reciente Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en el que repasa y hace un exhaustivo análisis de cómo se vivieron aquellos «años locos» en los Estados Unidos  y de «la irregularidad e impremeditación de la vida en una época de alegre irresponsabilidad y decadente encanto».




El detalle

«REMAKE» DE UNA PELÍCULA MÍTICA

De «El gran Gatsby» vamos a oír hablar mucho. No se han lanzado sólo nuevas traducciones y ediciones en todo el mundo, es que Hollywood se ha puesto en marcha para readaptar este clásico de las letras norteamericanas. Y con un inconveniente serio: la anterior versión de esta novela. Un filme mítico que contaba con dos intérpretes que demostraron estar a la altura del proyecto y del guión: Robert Redford y Mia Farrow. El actor, director e impulsor del Festival de Sundance, logró con este trabajo una de sus interpretaciones más laureadas. Para que no haya deméritos, la nueva película contará con Leonardo DiCaprio.

«Cómo sobrevivir con 36.000 dólares al año»

F. Scott Fitzgerald

Gallo Nero

96 páginas, 10 euros.

 Tomado de La Razón





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