martes, 8 de mayo de 2007

"EL PAYASO". Un Texto de Guillermo Cerceau extraido del libro El Elefante Muere






"La obra maestra de la Naturaleza, el elefante,la única criatura enorme inofensiva" , John Donne, "Progress of the Soul"


El payaso. Guillermo Cerceau.

Pasó sus días haciendo reír a otros, principalmente a los niños, pero también a las viejas y a los policías, ya que su arte no distingue entre la inocencia y el dolor, ni entre la ignorancia y el miedo y a pesar de ello, todos lo confunden con el loco, el de los internados y el de las barajas (que se llama Joker o bromista) para no hablar del bufón, que no es más que un cómplice cobarde de los tiranos. Tal parece que el payaso no merece de nosotros ni siquiera un lugar bien definido en la Gran Taxonomía de los Seres.


¿Por qué alguien habría de reír cuando él caía -y caía siempre a propósito, excepto las veces en que caía por torpeza, por cansancio o porque la suerte cambia cuando se es viejo- o cuando sonreía con cara de llanto, o cuando imitaba la torpeza de los otros, es algo que nunca se preguntó, porque desde que él mismo se reía de otros payasos, desde que según la leyenda romántica, falsa, e hipócrita, escapó de su casa para unirse a un circo, nunca reflexionó sobre su vida ni su trabajo. Los payasos, está de más decirlo, no reflexionan.


Payaso. Ilustración de Yilly Arana perteneciente al libro "El elefante muere"

Ahora que yace muerto, que nadie lo recuerda, no porque esa masa sin nombre que se llama "el público" sea cruel o incapaz de simpatía, sino porque la muerte de un payaso no es noticia ni incumbencia de nadie (los payasos no tienen familia, carecen de padres y de hermanos y nadie sabe, en realidad, cómo es que llegan a este mundo), precisamente ahora, ha decido preguntarse acerca del sentido de sus acciones, de la calidad de los chistes, de su vestimenta, de la música -ah! Tantas cosas!- sin importarle demasiado el que ya sea tarde.

La verdad es que el mundo de un payaso tiene algo de cómico: profesión que sólo se adquiere en los sueños, ya que nadie la enseña, rutinas que pasan de viejos a jóvenes, por la pura inercia de la imitación, sin que medien palabras, como los aprendices obedientes y solitarios de los oficios medievales, pero sin la promesa de una Gran Obra, el payaso se incorpora poco a poco a su mundo hasta que llega un momento en que ya no se disfraza, ya no juega un papel, sino que se ha convertido en un ser diferente.


¿Alguien acaso imagina un payaso en un restaurante, o en una librería, jugando golf o en la sala de un hospital? Los payasos son payasos todo el día, tropiezan con los objetos más inverosímiles aún cuando termina la función, y dicen cosas tontas cuando están solos en sus dormitorios. ¿Cómo podrían vivir, sino en un mundo propio? Solipsista aficionado, ausente de la vida cotidiana de los otros, el payaso puede seguir rumiando sus pensamientos después de muerto, porque nunca estuvo realmente entre nosotros.



Este texto pertenece al libro "El  elefante muere" de Guillermo Cereceau. ISNN: 980-12-2236-0. Las ilustraciones corren a cargo del artista Yilly Arana y el montaje y diagramación son de Pablo Fierro.






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